Un planeta mas verde, sin colillas de cigarrillo.
Cada año, se arrojan al medioambiente billones de colillas de cigarrillo. Estos restos filtran nicotina y metales pesados antes de convertirse en contaminación plástica.
Este artículo fue creado por National Geographic en colaboración con National Geographic Society.
Los fumadores del todo el mundo compran alrededor de 6,5 billones de cigarrillos al año. Eso es 18 mil millones por día. Aunque la gran parte de lo que tiene adentro el cigarrillo y su envoltorio se desintegran al fumarse, no todo se quema. Billones de filtros de cigarrillo, también conocidos como colillas, quedan. Se cree que solo una tercera parte va a ir a parar a la basura, mientras que el resto es arrojado a la calle o a través de una ventana con indiferencia.
“Hay algo con arrojar esa colilla de cigarrillo”, señala Cindy Zipf, directora ejecutiva de Clean Ocean Action. “Es tan automático”.
Los filtros de cigarrillos están hechos de plástico denominado acetato de celulosa. Cuando se arrojan en el ambiente, se desecha no solo ese plástico sino también la nicotina, los metales pesados y muchos otros químicos que han absorbido.
Un estudio reciente descubrió que las colillas de cigarrillo inhiben el crecimiento de las plantas. Además, habitualmente llegan a las vías navegables y, finalmente, a los océanos.
Zipf menciona que, por mucho tiempo, las colillas de cigarrillos han estado entre los principales artículos, o cerca de los principales, que su organización encuentra al limpiar las playas. Las mil millones que quedan en el agua son peligrosas para los animales marinos, que pueden comerlas, señala.
“Se ven como un trozo de comida en la superficie del mar”, indica Zipf.
Los filtros conservan algunos de los químicos que los fumadores inhalan, no los suficientes como para ayudar a la salud de los fumadores, pero sí para matar a los peces que viven cerca de las toxinas que se desprenden de las colillas desechadas.
A medida que la preocupación pública aumentaba, las empresas tabacaleras buscaban soluciones, una de las cuales fue los filtros de cigarrillos.
“Y estaba este intento de reducir alquitrán y nicotina”, señala Tom Novotny, epidemiólogo de la Universidad Estatal de San Diego quien fue una de las primeras personas en investigar los efectos medioambientales de los cigarrillos.
Para finales de la década de 1950, las ventas de cigarrillos filtrados habían superado a las de cigarrillos sin filtrar.
Novotny dijo que las empresas tabacaleras intentaron una variedad de diferentes materiales de filtro, como el algodón, el carbón y los almidones alimentarios, antes de caer en la fibra plástica denominada acetato de celulosa, que sigue siendo la elección de polímero de hoy.
“Todavía hoy, hay un malentendido generalizado sobre de qué están hechos [los filtros]”, señala Novotny. “Muchos fumadores creen que ya es biodegradable”.
Los filtros pueden tardar años en degradarse y, a medida que lo hacen, se convierten en pequeños pedazos de plástico conocidos como microplásticos, que son una amenaza creciente para las vías navegables y los océanos. Asimismo, las colillas de cigarrillos conllevan una gran carga de materiales tóxicos que pueden ser perjudiciales para la vida marina aledaña, una amenaza que Novotny evaluó en el laboratorio.
Una colilla de cigarrillo en un litro [de agua] mata a la mitad del pez”, afirmó a partir de sus descubrimientos.
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